“Estamos de acuerdo con el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas, aunque hoy la situación es distinta”, dijo Miguel Arias Cañete, Comisario Europeo de Acción por el Clima y Energía, en una conferencia de prensa realizada el lunes 8 de diciembre, en el recinto de la COP 20. Media hora después, Todd Stern, Enviado Especial para el Cambio Climático de Estados Unidos, dijo casi exactamente lo mismo.
Los dos, además –como si se leyeran en pensamiento político, o como si lo hubieran coordinado con precisión- recordaron que en 1992, cuando se crea la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la diferencia entre países desarrollados y en vías de desarrollo era más marcada. “El mundo ha cambiado, ha evolucionado desde entonces”, añadió Stern, sin que se le moviera una cana.

todd stern, enviado especial usa sobre el cambio climático: estamos de acuerdo, pero tampoco, tampoco. (Foto: The Guardian)
Estas casi confesiones sugieren que las dificultades para tomar acuerdos en el tema del financiamiento climático, una de las papas de calentura global en la COP 20, tienen que ver con esa, digamos, percepción de sí mismos y del entorno global. No es tiempo de clara bonanza para los países del Norte; tampoco de depresión económica en los países del Sur, o en los que están “en vías de desarrollo” en general. El mundo da vueltas.
El asunto de las finanzas climáticas, además, se complica por el monto implicado y por el casi monstruoso rompecabezas implicado en su arquitectura, una suerte de laberinto que tiene ramificaciones complejas y dispersas. Según Jorge Álvarez Lam, Oficial del Programa de Medio Ambiente y Energía del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), solo en América Latina hay 20 fondos multilaterales para este fin.

verde, que te quiero verde. (Foto: CAF)
El 30% de los proyectos puestos en marcha por la Corporación Andina de Fomento (CAF), por ejemplo, pueden ser calificados por “financiamiento verde”. Entre ellos, proyectos para medir la huella de carbono, y agua, en ciudades como Quito, Lima, Cali, La Paz. También proyectos para reforestación en países como Panamá, así como líneas de financiamiento para enfrentar los ya presentes “eventos climáticos extremos”.
Así como la CAF, hay otras muchas entidades que participan de lo que se llama ‘Financiamiento Climático’. El PNUD estimó que el 2012 el monto para tal fin, a nivel mundial, ascendió a 359 mil millones de dólares. El tema, o problema, es que el 76% de ese monto se gasta internamente y solo el 24% fluye hacia otros países. Al parecer, en tiempos de crisis, los países más desarrollados tienden a mirar hacia adentro.
Se comprueba viendo un mapamundi, donde el 32% de todo aquel dinero es invertido en Europa y un 29% en China. La mayor parte, por añadidura, proviene del sector privado (224 mil millones). Pero si el cambio climático es un problema global, ¿cómo hacer para que todos esos fondos sean redistribuidos de manera que se enfrente el problema de manera justa y coherente? ¿No esto una nueva forma de desigualdad (climática)?

desigualdad climática, ayer mismo en filipinas. (Foto: efe)
Adaptarse cuesta
La razón por la cual el tema de cómo financiar la lucha contra este fenómeno, digamos, antinatural se hace difícil tal vez estriba en esto: los países más ricos, con la caja fiscal más llena, o con más tecnología, deben ayudar a los países en desarrollo a que se adapten. Eso cuesta, porque implica cambiar infraestructuras, matriz energética, diseño de las ciudades, modelos de desarrollo, tecnologías. Caminar hacia una ‘economía verde’.
Es más fácil hacerlo cuando hay más recursos, pero también cuando hay más avances científicos, más capacidad de producir energías alternativas, entre otras ventajas. Pero el rompecabezas se hace más complejo cuando se observa que, bajo el paraguas de la CMNUCC, hay 3 pozos de financiación: el Fondo Mundial del Medio Ambiente, el Fondo de Adaptación y el Fondo Verde del Clima (FVC), de reciente creación.
Este último fue creado en la COP 16 de Cancún. Ya a la vez tiene un precedente muy simbólico: en la COP 15 de Copenhague, en el 2009, esa que casi tira al trasto las profusas negociaciones que venían desde 1995 (cuando fue la COP 1 en Berlín), los países desarrollados ofrecieron, como uno de los recursos para salvar en la hora nona el consenso, 100 mil millones de dólares anuales para el clima, a partir del 2020.
El FVC sería el depositario de esa cifra, que todavía está en pañales. Hasta ahora, para ese fondo, se ha recaudado 9,300 millones de dólares, de los cuales Estados Unidos, con crisis y todo, ha puesto 3, 000 millones. Los otros dos donantes mayores son Japón (1,500 millones) y el Reino Unido (1.100 millones). Los dos únicos países latinoamericanos que se han matriculado son México (10 millones) y Panamá (1 millón).

en le cop19 (varsovia), activistas preguntan a los delegados. (Foto: the guardian)
Y aún si se llega a la cifra supuestamente astronómica anunciada en Copenhague, ¿es suficiente toda esa friolera para combatir los efectos del cambio climático? Oxfam International sale al frente con estimados que hacen que ese monto sea, como ellos dicen, “solo el comienzo”. De acuerdo a la prestigiosa ONG, únicamente en los países de África Subsahariana se necesitan 62 mil millones de dólares al año para adaptación.
Álvarez Lam, por su parte, estima que, en rigor, lo que se necesitaría, al año desde el 2020, para luchar contra el cambio climático, serían al menos 5 billones de dólares. Una ruma de dinero, en suma, pero que no es inviable si se tiene en cuenta que, como informaron las ONGs esta semana en la COP, las empresas petroleras invierten miles de millones de dólares para sus magnos proyectos de exploración y explotación.
Volviendo a los reparos de Estados Unidos y la Unión Europea respecto del financiamiento, se puede decir que sí, que en todo esto hay que tener en cuenta la situación de cada país, y que se debe ser justo en distribuir la carga de responsabilidades para abrir la billetera climática. El único detalle es que hay países con más recursos, aún en plena crisis, y que el tiempo ya juega en contra como para demorar este pozo global.
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